Jueves, Abril 12 de 2012
Me encuentro camino a un nuevo destino...los sueños se cumplen aunque da miedo pensarlo, pero cuanto más lo deseas más se aferra a tu existencia la energía para concretarlo. Energías que no necesariamente pueden ser físicas, sino más poderosas aún que la energía que proyectamos con nuestros íntimos deseos.
Voy camino a China, una nación que no conozco, pero a una cultura conocida desde varios años por mi trabajo.
Como es que estoy llegando allá, creo que aparte de haberlo expresado en voz alta alguna vez, es también fruto del esfuerzo y dedicación por el trabajo...
Hay muchas imágenes en mi mente, todo lo conocido es a través de otros ojos y que Dios mediante veré con los míos...personas, ciudades, edificios, paisajes, aromas no son más que sueños difusos que deseo ver en concreto en acción.
Muchas personas a mi alrededor vivieron los nervios de un viaje tan largo, se angustiaron un poco, pensando en lo distante que es. Mi familia, mi fuente de energía máxima han vibrado conmigo en los preparativos de una manera y otra todos han estado apoyándome, dándome ánimos, celebrando a mi lado la alegría de que me inunda cuando se trata de viajar y conocer nuevos lugares.
Viviendo la emoción de descubrir nuevas experiencias. Yo deseando profundamente que cada uno de ellos pueda vivir lo mismo y más, mucho más en etapas tempranas de sus vidas, no porque me sienta vieja, sino porque la juventud es un aliado importante cuando se trata de viajar.
Ahora voy rumbo a Brasil, un país que tampoco conozco y que está en la América donde vivo. Serán unas horas, pero siempre es valioso conocer, oler y ver un lugar aunque sea por poquito tiempo. Es un placer o un privilegio que enriquece los sentidos y aumenta tu experiencia en la vida. Desde el cielo se ve como algunos edificios emergen entre los árboles frondosos que cubren la ciudad.
Recuerdo que dejó atrás las hermosas caras de mis nietos, a mi mente vienen los tiernos ojitos de Catalina, el dulce y pícaro rostro de Trinidad, al muñeco de Valentín, mi tierno Gabriel que a veces explota cuando menos lo imaginas...y mi astuto Benjamín cada día más adolescente.
Son esos amores que viven en mi cabeza 24 horas al día y me mantienen rezando para pedirle a Jesús que crezcan sanos y bendecidos.
Me despedí de mí esposo en el aeropuerto y después de un fuerte abrazo, hubo un silencio no habitual...siempre nos encargabamos "cuida los niños", "cuida las niñas", pero esta vez sólo fue "cuidate tú" ya todos están grandes.
Desde el cielo Sao Paulo se ve frondoso con un matiz de gigantes edificios que crecen entre sus árboles, iluminan la ciudad y la hacen ver resplandeciente. El aeropuerto parece estar muy cerca de la ciudad casi como si fuera parte de ella, al descender el avión se va sintiendo como las nubes invaden el cielo y más abajo en tierra, el agua en forma de llovizna moja toda la ciudad.
Aquí no hay mucho tiempo para observar, pero puedo apreciar que la gente es cálida, te hablan aún sin conocerte por un u otro motivo. Al cambiar de avión para tomar el que me llevará a Frankfurt, ya notó en las filas otras caras, otros colores de piel, se parecen a Gabriel, a Valentín, jóvenes niños de piel blanquísíma y cabello muy rubio.
El viaje que continua es un tramo largo, salimos a las 18.40 hrs. y ahora son las 22.00 hrs. y todavía falta mucho. Siento sueño y cansancio, quiero dormir. Vamos volando sobre el océano atlántico, acaban de avisar que vamos a pasar por zonas de turbulencias.
Frankfurt, Abril 13 de 2012.
Cuando me detuve para tomar un refrigerio en este Aeropuerto, recién pude pensar ¡¡Dios estoy en Alemania en el corazón de EUROPA!! Sentada ahí podía mirar tranquilamente cada persona que por ahí pasaba. De todas las nacionalidades, de todas las lenguas. Tú puedes andar como quieras, nadie te mira como para criticarte, no es que le importes, sino que no importa como vistas, más importa lo que hablas.
He podido comprobar que mi inglés una vez desoxidado, es comprensible, entendible y que también gracias a Dios...siempre hay latinos en todas partes. No pude ver la ciudad cuando aterrizaba, pero el aeropuerto es impresionante, por su tamaño, menos mal que he tenido tiempo entre este vuelo y el otro, porque sirve mucho para asimilar y familiarizarme con los números, las puertas de entrada, las escaleras mecánicas, los pasillos, las letras y un sin fin de información que hay que digerir de a poco.
Dentro del aeropuerto que es muy amplio, transitan pequeños vehículos (parecidos a los que hay en las grandes canchas de golf), un poquito más grandes, que están para acercar a las personas hacía las puertas de embarques, perfectamente numeradas, pero que quedan muy lejos unas de otras.