25 febrero, 2006

Recorriendo el norte con mi primita...


Para mí, una nueva aventura comenzó cuando termino el viaje de mi querida prima que vinó a pasar unos días conmigo...
Aquí en Iquique; traté de mostrar mi ciudad y darle un breve recorrido por aquellos lugares históricos e importantes y porsupuesto por nuestras extensas playas que al atardecer se ven asombrosas.
Obviamente nos dimos el tiempo de visitar las Salitreras Santa Laura, Humberstone en un viaje que realizamos sólo mujeres. Pués ella estaba acompañada de su amiga, Lorena (compañera de trabajo allá en Santiago), y yo de mi amiga y comadre, Mely (que se encontraba por esos días de vacaciones en la ciudad).
Pasamos por Pozo Almonte camino al oasís de Pica, nos detuvimos en las señalizaciones que indicaban uno u otro lugar, para ser más gráfica la visita. Pudieron apreciar el hermoso templo de nuestra Virgen en La Tirana y su cálido pueblo. Almorzamos en el poblado de La Huayca, en el mismo centro sobre la Pergola que posee esta pequeña plaza. Seguimos rumbo a Matilla, donde apreciaron con algo de tristeza como parte de su hermosa Iglesia yace en el suelo, por efecto del terremoto del año pasado. Luego siguiendo con nuestro recorrido llegamos a Pica, donde el sol aún permanecia quieto sobre la Cocha Resbaladero, disfrutamos plácidamente del agua semitermal que posee este hermoso lugar, compartimos horas mágicas bajo el sol del desierto hasta que su luz fue reemplazada por luz artificial. Después de recuperar un poco las fuerzas con una once que nosotras mismas nos preparamos. Caminamos por el pueblo de Pica, que ese día tenía Carnaval y fiesta en el centro de la plaza lo que le daba un colorido especial a sus calles por la cantidad de gente que iba y venía. Fue por ahí que recibimos una invitación a un "Tambito" que habría esa misma noche un par de horas más tarde. Y en una decisión al unisono decidimos quedarnos para ver esta actividad tan típica del norte chileno. El sonido de la música nos indicó el lugar donde se comenzaba a realizar el Tambito, el sonido de las quenas, el tambor y otros instrumentos que no me arriesgo a nombrar para no equivocarme, nos invitaban ruidosamente a presenciar esta fiesta. Creo, que todas estabamos tímidamente observando como los cantores y el conjunto completo inundaban con su música el lugar que tenía muy poca concurrencia al comienzo. Lo que fue cambiando con el pasar de unas pocas horas, donde nos encontramos bailando y saltando, compartiendo con paisanos del pueblo y otros turistas como nosotros, todos aprendiendo pasos nuevos de bailes nortinos desconocidos para mis invitadas, muy conocidos para mí, pués es música y bailes que siempre me han cautivado. No sé porque extraña razón pareciera que alguna vez en algún pasado en algún tiempo, tuve parte de mis raices por aquí en el norte de mi país. Extasiadas de un día lleno de sabores, olores, aires, oasís, frutas y desierto, emprendimos el regreso a la ciudad a mitad de la madrugada. En un viaje entre recuerdos risibles que fuimos comentando en el camino. Donde la noche del desierto parecía tragarnos por algunos momentos. La maravilla de los cielos en el norte son un espejo donde las estrellas coquetamente nos miran. El silencio cuando cruzamos toda esta inmensidad te deja mudo, sólo para escuchar el sonido de la nada y de todo el universo.